Zapatillas favoritas

Añoro su saludo y el café que preparaba para despertarme,
sus brazos que me rodeaban por las noches prohibidas,
esperando la luz del amanecer tras una larga faena de lucha
entre los poros de su piel desnuda y la mía.

Añoro ser la forastera que recorría sus surcos cuesta arriba y pendiente abajo
devorando su aliento sabor a aceitunas matizado con flores de campo,
su mirada poética que reflejaba brillo de luna llena,
su sensualidad danzando con polvo de muchos planetas.

Añoro la llamarada de mis ojos dentro de los suyos haciendo chispas
como luces que se observan desde el puerto cuando se estrena un nuevo año,
el humeante deseo que ardía en sus pupilas enmarcado en su mirar,
ese calor que derrite los casquetes polares de mis entrañas más retorcidas.

Añoro su vibrante ser celeste y sus manías terrenales,
por ejemplo, desnudarse y echarse a correr por el jardín cuando llovía,
pintarse el pelo de verde por la tarde al aire libre y al día siguiente teñirlo de nuevo,
rebeldía y espontaneidad la describían.

Finalmente, añoro sus besos y creo que ella a veces también me besa;
se fue con una sonrisa entre lo amargo desamor y lo dulce miel,
un poco asustada y con determinación de volar lejos,
Se fue y me olvido a mi junto a sus zapatillas favoritas.

Liapoesia

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