Eres más complicada que una partida de ajedrez.
Por las noches nos juramos, nos tomamos, nos prometemos para después, con el canto del sol, devolvernos a la individualidad.
He llegado a la conclusión que lo nuestro es un juego, porque así nos conviene a las dos.
Y si acaso la verdad nos pilla a la vuelta de la esquina, vamos a inventarnos, a pullirnos, a dejarnos ser.
Vamos a abandonarnos en la costilla de la otra y encontrarnos al anochecer.
Vamos a jugar al amor.

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