Hace noches que no te conozco,
no sé con quien duermo.
Tu silencio me congela el corazón,
no hay retornos, no existen caricias,
solo una historia contada y olvidada en un cajón.
Se perdieron las estrellas en las penumbras de tu respiración,
y me duele la espalda y el alma por las piedras
fantasmales del eco de tu voz.
¿Quién eres tú? ¿Quién soy yo?
Somos como libros empolvados, cubiertos de barro y humedad,
tan olvidados, sin coherencia y magia en la tinta desteñida,
sin música y sin romance que contar.
¿Qué somos [ahora] tu y yo?
¿Hermanos, amigos, cómplices o vecinos?
No, no somos nada, pero somos mucho.
Somos dos bultos arañados que al amanecer buscan su propio camino.
Dos almas que vibran tan lejos uno del otro.

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